Los robots sociales reducen la ansiedad por la lectura en los niños, según un estudio

Puntos clave
- Estudio realizado por la Universidad de Chicago, Universidad de Illinois Chicago y Universidad de Wisconsin-Madison.
- Cincuenta y dos niños de 8-11 años leyeron historias solos, a un adulto y a un robot llamado Misty.
- Los datos fisiológicos mostraron una reducción de la ansiedad al leer al robot en comparación con un adulto humano.
- La comprensión lectora se mantuvo consistente en todas las condiciones.
- Los estudiantes describieron al robot como una audiencia no juiciosa y menos estresante.
- Los hallazgos sugieren que los robots sociales podrían actuar como amortiguadores emocionales en entornos educativos.
- Se necesita más investigación para evaluar los impactos a largo plazo en el aprendizaje y los diseños óptimos de robots.
Un estudio colaborativo de investigadores de la Universidad de Chicago, Universidad de Illinois Chicago y Universidad de Wisconsin-Madison muestra que los niños de ocho a once años experimentan menos ansiedad cuando leen en voz alta a un robot social que a un adulto humano. Las medidas fisiológicas, como la estabilidad de la voz, la frecuencia cardíaca y la temperatura facial, indicaron respuestas más calmadas durante la lectura asistida por robot. Las puntuaciones de comprensión se mantuvieron consistentes en todas las condiciones, lo que sugiere que el efecto calmante del robot no compromete el aprendizaje.
Antecedentes y motivación
Leer en voz alta puede ser una fuente de ansiedad para muchos niños, que pueden temer pronunciar mal las palabras o ser juzgados por sus compañeros. Reconociendo los desafíos emocionales asociados con la alfabetización temprana, un equipo de investigadores de tres universidades del Medio Oeste investigó si una audiencia no humana podría aliviar el estrés mientras se preservan los resultados del aprendizaje.
Diseño del estudio
El experimento involucró a cincuenta y dos participantes entre las edades de ocho y once años. Cada niño leyó historias cortas en voz alta bajo tres condiciones diferentes: solo, a un adulto humano y a un robot social llamado Misty. Los investigadores capturaron indicadores fisiológicos, incluyendo la estabilidad de la voz, las fluctuaciones de la frecuencia cardíaca y la temperatura facial, para medir los niveles de ansiedad de manera más objetiva que las medidas de autoinforme.
Hallazgos clave
En las tres condiciones, los niños mostraron respuestas fisiológicas más calmadas cuando leían al robot. Sus voces se mantuvieron más estables, las frecuencias cardíacas fueron más bajas y las temperaturas faciales indicaron un estrés reducido en comparación con la condición de audiencia humana. A pesar de las diferencias emocionales, las puntuaciones de comprensión no variaron significativamente, lo que sugiere que la presencia del robot no obstaculizó el aprendizaje.
Perspectivas de los estudiantes
Muchos participantes describieron a Misty como "linda" y "divertida", señalando que la falta de sentimientos del robot lo hacía una audiencia menos intimidante. Un niño comentó que incluso cuando se cometían errores, el robot no podía enfadarse, lo que reforzaba una sensación de seguridad. Aunque no todos los niños prefirieron la voz mecánica o la cara sin expresión del robot, la mayoría prefirió a este oyente no juicioso sobre un adulto humano.
Implicaciones para la educación
Los resultados destacan un posible nuevo papel para los robots sociales en las aulas: servir como amortiguadores emocionales que reducen la ansiedad relacionada con la lectura sin comprometer el rendimiento académico. Al ofrecer una audiencia de bajo riesgo, los robots podrían ayudar a los estudiantes a construir confianza durante momentos que tradicionalmente son estresantes.
Direcciones futuras
Aunque el estudio demuestra beneficios claros de reducción de la ansiedad, se necesita más investigación para explorar los efectos a largo plazo en la competencia lectora y para evaluar cómo los diferentes diseños de robots influyen en la participación de los estudiantes. Los investigadores advierten que, aunque los robots pueden apoyar el lado emocional del aprendizaje, no están destinados a reemplazar a los maestros humanos.