Actitudes simbólicas hacen que la verificación de hechos sea ineficaz

Puntos clave
- La verificación de hechos puede parecer débil para aquellos que priorizan la señalización simbólica.
- Las afirmaciones extravagantes o fácilmente desacreditadas pueden ser abrazadas como demostraciones de autenticidad.
- Una mentalidad simbólica se relaciona con preferencias autoritarias.
- Los enfoques correctivos tradicionales pueden ser ineficaces para las audiencias enfocadas en símbolos.
- Los investigadores Randy Stein y Abraham Rutchick resaltan la necesidad de nuevas estrategias de comunicación.
Investigaciones muestran que para las personas que priorizan la señalización simbólica sobre la precisión factual, las correcciones de hechos a menudo tienen el efecto contrario. Cuando una figura pública hace una afirmación obviamente falsa, como un expresidente que alega tasas de delincuencia récord, los desmentidores son percibidos como reaccionando débilmente, mientras que la declaración original es vista como una demostración de fuerza. Esta mentalidad fomenta la difusión de declaraciones extravagantes o desacreditadas, se relaciona con preferencias autoritarias y reduce el impacto de los esfuerzos tradicionales de verificación de hechos.
Pensamiento simbólico sobre la verdad
Investigaciones recientes resaltan una limitación crítica de la verificación de hechos directa: para las personas que valoran la expresión simbólica más que la verdad literal, la precisión factual de una afirmación es en gran medida irrelevante. Estas personas ven a los desmentidores como oponentes que reaccionan, lo que en su opinión señala debilidad. En cambio, interpretan la declaración original, incluso si es falsa, como una demostración de fuerza o desafío.
El poder de las afirmaciones extravagantes
Cuando una figura política de alto perfil hace una afirmación fácilmente desacreditada —como claimar que la delincuencia en la capital de la nación está en un máximo histórico—, la respuesta de los verificadores de hechos a menudo refuerza la narrativa simbólica. Bajo esta mentalidad, cuanto más extrema o obviamente falsa sea una afirmación, más puede servir como un distintivo de autenticidad para aquellos que disfrutan del discurso contrariano o provocativo. La investigación sugiere que las personas que adoptan este enfoque “simbólico” pueden incluso percibir la mentira o la exageración extrema como una forma de autenticidad.
Conexión con tendencias autoritarias
El estudio también nota una conexión entre esta mentalidad simbólica y las inclinaciones autoritarias. Algunas audiencias tratan las declaraciones originales, lejanas y extravagantes, no meramente como chistes, sino como puntos de reunión para acciones políticas reales. Por ejemplo, las llamadas para desplegar la Guardia Nacional en respuesta a tales afirmaciones ilustran cómo las provocaciones simbólicas pueden ser interpretadas como objetivos legítimos, a pesar de su falsedad factual.
Implicaciones para las estrategias contra la desinformación
Estos hallazgos implican que la verificación de hechos convencional puede tener una eficacia limitada cuando se enfrenta a audiencias motivadas por la señalización simbólica. En lugar de presentar simplemente información correctiva, los comunicadores pueden necesitar abordar el deseo subyacente de victoria simbólica. Reconocer que la “verdad” sola no mueve a esta audiencia es esencial para desarrollar enfoques más matizados que puedan mitigar la difusión de la desinformación.
Investigadores detrás de los hallazgos
La investigación fue realizada por Randy Stein, profesor asociado de marketing en la Universidad Politécnica Estatal de California, Pomona, y Abraham Rutchick, profesor de psicología en la Universidad Estatal de California, Northridge. Su trabajo subraya la importancia de comprender las motivaciones psicológicas que impulsan la aceptación y propagación de afirmaciones falsas.